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»Acuérdate, oh Dios, de que mi vida es un soplo;
mis ojos no volverán a ver el bien.
El ojo del que me ve no me verá más. Tu ojo se fijará en mí,
y yo ya no estaré.
Como la nube se deshace y se desvanece, así el que desciende al Seol
no volverá a subir.

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